El modo en que una sociedad trata a las
personas más vulnerables es lo que determina su calidad moral.
En España tenemos un gobierno que se ha
procurado poderes extraordinarios, arrebatándoselos a los
ciudadanos, con la excusa de que los necesita para combatir al virus
chino. Y pesar de que es el gobierno que ha ido más allá en este
campo, es el que ha obtenido los peores resultados de todo el mundo.
Con lo cual queda retratado el carácter totalitario de estos
gobernantes. No se han esforzado mucho contra el virus, sino que la
mayor parte de su esfuerzo está encaminada a procurarse la
continuidad en el gobierno.
El vicepresidente del gobierno, cuyos
modales encajan más en los bajos fondos, reclamó para la sí las
competencias sobre las residencias de ancianos. No proporciona
indicios, no obstante, de que se sienta responsable de ninguna de las
setenta mil muertes que deben de haber habido entre los pensionistas.
Es típico en él que reclame las competencias, pero no asuma las
responsabilidades. Habrá quien se pregunte que de dónde sale tan
elevada cifra de pensionistas fallecidos, si el gobierno reconoce
menos de treinta mil en total. Pues de este breve, pero documentado,
hilo sale:
Y no se trata nada más que de ese alto
número de muertos, sino del modo en que han tenido que dejar nuestro
mundo muchos de ellos. Solos, ahogándose, padeciendo horrores.
¿Cómo habrán sufrido sus familiares esa circunstancia? Luego, se
les han entregado unas cenizas y a otra cosa.
El gobierno no solo no se siente
responsable de nada, sino que ha estado vivo echando la culpa a
otros, remontándose incluso a los recortes que tuvo que hacer Rajoy
para superar la debacle económica que heredó de Zapatero, aunque
esto último se lo calla.
Tardó mucho en declarar el luto oficial
y lo hizo utilizando el BOE de forma cursi y propagandística.
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