sábado, 23 de mayo de 2020

Este gobierno va a caer pronto


No sabemos quien le carda las coletas, ni quien se las peina, pero sí que es un pedante y un cursi: «pacta sunt servanda», dicen que ha dicho. Y un jamón con chorreras, desde que están esos dos, Pedro y Pablo, Pablo y Pedro, los Picapiedra, todo vale, siempre y cuando sea sucio y asqueroso. Catalogados ambos, por muchos, como psicópatas, a falta se sometan al test de Robert Hare, no cabe esperar nada bueno de ellos.
Juegan a creerse los reyes del mambo, pero tanto va el cántaro a la fuente que se rompe. Mientras desaparezcan cientos de millones, sin que nos digan dónde van a parar, del dinero público, o sea, de los impuestos, todo va bien. Para ellos, claro. Para los contribuyentes, cuyo papel es el de cornudos y apaleados, no. Los problemas para el gobierno comienzan cuando el dinero que está en peligro es el de algunos particulares. Entonces es cuando El País se descuelga con algunos editoriales muy significativos y los podemitas captan la situación y lanzan toda su artillería contra Calviño. Eso se llama morir matando. Hay una frase también en latín para casos como este, pero esperaré a que la pronuncie el pedante.
Este gobierno está condenado a caer desde el principio, porque carece de bases firmes, necesarias para llevar a cabo cualquier proyecto. Sus dos componentes principales cuentan con una habilidad para el engaño, que cultivan con esmero, y la capacidad de capitalizar en beneficio propio el odio latente en nuestra sociedad. Pero lo que garantizan estas peculiaridades es el deterioro constante de aquello que tengan entre manos.
Descontados esos socialistas entregados con fervor a ser correa de transmisión, todos los demás respirarían aliviados si Sánchez se viera obligado a dejar la presidencia. Por su propia iniciativa no lo hará, pero cuando le den el empujoncito se dará cuenta de que ha perdido.

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