Somos muy pocos los que sabemos que si hay algo que merece respeto es el sufrimiento padecido de forma injusta e innecesario.
La enfermedad no es injusta, es un accidente de la vida, muchas veces debida al azar. A menudo sorprende a personas arrogantes y no es raro que se conviertan en guiñapos. Pero esa lección se pasa por alto generalmente, porque el número de los arrogantes crece como la espuma.
Ortega Lara merece respeto, qué duda cabe. Otra cosa que se lo tengan, porque ya se va viendo que abundan los que son reacios a reconocerlo. La envidia también entra en juego, porque los que saben que en modo alguno habrían logrado soportar ese infierno al que le sometieron los terroristas andan buscando pretextos para no reconocerle la proeza.
Una persona que entonces era la editora de una publicación nauseabunda, utilizó un título asqueroso para dar la noticia: ‘Ortega Lara vuelve a la cárcel’. Con ello, esa persona se situó en el nivel más bajo de la escala humana. En él sigue todavía y no parece que en su caso haya ninguna posibilidad de redención. No sólo eso, sino que además arrastra a otros hacia su nivel.
Esta persona, cuyo nombre evito poner para librar de leerlo a quienes se acerquen a estas líneas, es hoy socia del gobierno miserable que padecemos, al que ha puesto a su altura. ¡España al mismo nivel que esa gentuza!
El presidente del gobierno concedió una entrevista hace poco a una cadena de televisión y lo que se desprende de lo dicho por él es que no está bien de la cabeza.
Mientras Ortega Lara, después de todo lo sufrido y del desdén con que lo tratan gentes desconsideradas está cuerdo, Sánchez, al que se lo dan todo hecho, las tesis doctorales, las hagiografías…, lo que merece es una camisa de fuerza.
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