viernes, 8 de julio de 2022

Impresentable Pepe Álvarez

 

El secretario general de la UGT debería preocuparse por los trabajadores y, por tanto, exigir al gobierno que tome medidas para paliar los efectos catastróficos de la recesión que viene.

O sea, que reduzca de forma drástica los gastos de la Administración, comenzando por suprimir más de la mitad de los ministerios, que reduzca impuestos y elimine subvenciones, con el fin de que haya más dinero circulante, lo que permitiría que aumentara la oferta de empleo.

Todavía sería mejor que pidiera la dimisión del gobierno en pleno, por incapacidad para resolver problemas, puesto que sólo es hábil para hacerse propaganda, pero cada vez hay menos gente que lo crea.

En lugar de eso, exhorta a los trabajadores a cerrar los ojos y disfrutar de las vacaciones, como si todo fuera sobre ruedas, ignorando con ello la angustia que debe de sentir un buen número de asalariados.

Y es que quien paga manda, y a los sindicatos no les pagan los trabajadores, sino el gobierno. La ministra del Paro, con toda su cara dura, alega que los sindicatos son necesarios. Por supuesto que sí, pero si luego ella misma los desactiva con sus dádivas es como si no existieran, como demuestra la actuación de este Pepe Álvarez.

-Es que los sindicatos no tienen bastante con las cuotas de los afiliados para poder funcionar.

Bien, pues si no hay más remedio que subvencionarlos que se haga, pero no de forma discrecional y a capricho del partido de turno, sino de una forma establecida por ley y en función de los afiliados al corriente del pago de las cuotas. Esa sería una forma de que los sindicatos no tuvieran que obedecer a ningún partido político, sino a los trabajadores.

Un sindicato no debe ser correa de transmisión de ningún partido político, porque entonces cuanto más falta hace menos se le ve. Ocurrió durante la crisis de Zapatero, cuando los sindicatos vieron venir el estallido de la burbuja y callaron. Y se vuelve a dar el caso.

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