Cuando Sánchez recorría las agrupaciones socialistas con el fin de recuperar la Secretaría General del PSOE se podía pensar que ese intento estaba financiado por el PP con el fin de que destruyera al partido rival. Visto con la perspectiva de hoy, da la impresión de que fue el propio PSOE, deseoso de purgar alguna culpa que le corroe el alma. Al partido.
De hecho, lo primero que hizo al conseguir su propósito fue caparlo. Y los socialistas se dejaron. Y ahora quisieran echarlo y no pueden.
No se conformó con capar al partido. Quiere hacer lo mismo con el Estado y no ceja en su empeño de atacar las instituciones. La Fiscalía, la Corona, el CIS…
Últimamente le ha entrado la prisa y está enloquecido. Pero va chocando. En primer lugar, con el Rey, mucho más inteligente que él y mejor aconsejado. El Rey es el garante de la democracia. Y tiene prestigio en el mundo.
Choca también con el PP. A Isabel Díaz Ayuso la aplauden por donde pasa. Por más que los periodistas amaestrados y sumisos de la izquierda la ataquen, ella mantiene su prestigio intacto y su popularidad, y no se deja comer el terreno por nadie.
Por su parte, Feijóo también sabe jugar sus cartas, y todas las encuestas permiten vaticinar que será el próximo presidente de España.
Y hay otra realidad que se opone a los intentos de Sánchez y es la pertenencia de España a la UE, que sirve de freno al juego gubernamental, que aunque no lo impide del todo, tampoco le permite ir más allá.
Y en estas, Sánchez, que tiene ocupados o sometidos a la mayor parte de los medios de comunicación y los sindicatos, habla de las fuerzas oscuras y de las terminales mediáticas.
Quisiera tener a toda España sometida del todo. Pero mientras ocupe él la Secretaría General, será difícil que el PSOE gane alguna elección.
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