viernes, 14 de junio de 2024

Los derechos de Puigdemont

 

Me lo contó un sacerdote que tenía acceso a los ministerios. Tiempo después, el caso apareció en la serie de televisión La alegría de la huerta, exactamente igual que me había sido contado, o sea que debe de ser real:

Un ministro se desplazó a un pueblo a inaugurar algo y una vez allí le preguntó al alcalde si tenía alguna necesidad. Éste le respondió: Pues mire usted, la maestra lleva varios meses de baja y los niños andan sueltos por las calles… Si usted nos mandara una prostituta…

Cuando el ministro ya se hubo ido, sus concejales se lo echaron en cara al alcalde: ¡Pero que pedazo de animal estás hecho! ¡Se dice sustituta! Entonces, él desveló su juego: ¡Calla, hombre, si hubiera dicho sustituta el señor ministro se hubiera olvidado nada más salir del pueblo! De este modo, al llegar a Madrid aún se estará riendo y nos mandará la maestra.

Lo he recordado no por la prostituta, no sean malpensados, sino por la alegría. Esa serie de televisión tenía gracia y hacía reír. Pero hay una ministra que se apellida Alegría, pero que da mucha pena.

Ha dicho que los jueces deben respetar la voluntad del legislador. Dicho en román paladino y utilizando el lenguaje que se gastan los ministros: han de obedecer al puto amo. Y Franco fue un dictador, cabría añadir, porque lo están sacando a pasear cada dos por tres.

También se ha referido a los derechos de Puigdemont, que están por encima, para el PSOE, de los de quienes a gusto o a disgusto -porque algunos habrá que contribuyan gozosos a pagar los viajes en Falcon- dejan buena parte de sus ingresos en Hacienda.

El PSOE fue concebido, aunque no todos los socialistas fueran conscientes de esto, con la idea de colonizar las instituciones, para vivir del Presupuesto. Uno de los socialistas da la cara, el que la tiene más dura. Su quijada seguramente se parece a la que usó Caín.

Esos libros míos

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