Hay que volver al principio. China
reaccionó tarde al coronavirus, ya que al principio se negó a
reconocer su existencia. Cuando no tuvo más remedio que tomar cartas
en el asunto, lo hizo con prepotencia, que es la tentación de las
dictaduras, o sea, aislando a 60 millones de personas. Además, cerró
las fronteras, pero el virus ya se le había escapado.
Los países que sucesivamente fueron
recibiendo la visita del coronavirus, reaccionaron de forma mimética
en muchos casos. En el español, además, culposamente tarde, porque
este gobierno no está diseñado para gobernar, sino para disfrutar
del poder, por lo que necesita del relato y no podía prescindir de
ciertos actos, ya que sin ellos ve en peligro su continuidad.
Las dictaduras pueden utilizar su poder
sobre la población de la forma tan brutal con que lo están
haciendo, pero las democracias deben buscar otras formas más
imaginativas. No se puede parar un país como España del modo en que
se está haciendo, porque luego se pueden morir más personas de
hambre que por el coronavirus.
Los comercios que siguen abiertos al
público emplean unas formas de protección que se vienen demostrando
eficaces, y podrían emplearse en todas las demás empresas, con el
fin de que no se detenga la economía.
Pero además de las mascarillas, los
guantes y la distancia a guardar entre las personas, hay unas
máscaras o protectores faciales en el mercado, que ofrecen una
seguridad que quizá sea total. Esos protectores impiden además que
uno se toque la cara. Es decir, se la puede tocar, pero no de forma
espontánea o involuntaria. Con esos protectores y el lavado de manos
con desinfectante cada vez que se toque algo sospechoso, el país, o
sea, España, podría seguir un ritmo normal en casi todos los
órdenes de la vida.
También hay unos test, hechos por una
empresa española, que parecen efectivos y no son caros.
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