domingo, 29 de marzo de 2020

El confinamiento es un error

Hay que volver al principio. China reaccionó tarde al coronavirus, ya que al principio se negó a reconocer su existencia. Cuando no tuvo más remedio que tomar cartas en el asunto, lo hizo con prepotencia, que es la tentación de las dictaduras, o sea, aislando a 60 millones de personas. Además, cerró las fronteras, pero el virus ya se le había escapado.
Los países que sucesivamente fueron recibiendo la visita del coronavirus, reaccionaron de forma mimética en muchos casos. En el español, además, culposamente tarde, porque este gobierno no está diseñado para gobernar, sino para disfrutar del poder, por lo que necesita del relato y no podía prescindir de ciertos actos, ya que sin ellos ve en peligro su continuidad.
Las dictaduras pueden utilizar su poder sobre la población de la forma tan brutal con que lo están haciendo, pero las democracias deben buscar otras formas más imaginativas. No se puede parar un país como España del modo en que se está haciendo, porque luego se pueden morir más personas de hambre que por el coronavirus.
Los comercios que siguen abiertos al público emplean unas formas de protección que se vienen demostrando eficaces, y podrían emplearse en todas las demás empresas, con el fin de que no se detenga la economía.
Pero además de las mascarillas, los guantes y la distancia a guardar entre las personas, hay unas máscaras o protectores faciales en el mercado, que ofrecen una seguridad que quizá sea total. Esos protectores impiden además que uno se toque la cara. Es decir, se la puede tocar, pero no de forma espontánea o involuntaria. Con esos protectores y el lavado de manos con desinfectante cada vez que se toque algo sospechoso, el país, o sea, España, podría seguir un ritmo normal en casi todos los órdenes de la vida.
También hay unos test, hechos por una empresa española, que parecen efectivos y no son caros. 

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