jueves, 26 de marzo de 2020

Vivir con miedo

En estos tiempos que corren, hasta los que nunca hemos sido hipocondríacos, examinamos con recelo cualquier pequeña variación en nuestros organismos, de esas que se suceden a diario y que nunca las hemos tomado en consideración. Pero es que sabemos que el bichito que vino de China es muy taimado y aprovecha cualquier rendija para colarse. ¿Y si está en la bandeja de cualquier producto alimenticio que hayamos comprado? Por improbable que parezca hay que tomarlo en consideración, puesto que el número de infectados crece sin cesar.
Pero no es ese el único miedo, sino que hay otro quizá peor. El que se produce al pensar en todos aquellos que viven al día, porque no pueden hacerlo de otro modo, y que si no trabajan no tienen ni eso. Y también da miedo pensar en la situación que se producirá cuando se acabe todo, porque o el bichito acaba con todos o nosotros acabamos con él. Pero en este último caso habrá sido una victoria si no pírrica, casi, porque los daños que habremos sufrido en lo moral y lo material serán cuantiosos.
Mientras tanto, Tezanos y Torras, por citar a dos mamarrachos, siguen a lo suyo, sin darse cuenta de que el rollo de la posverdad se ha acabado. Queríamos hacernos vivir en un mundo ficticio, imponiendo cada uno su relato, a la trágala, sabiendo que eso no se lo podía creer nadie, pero tan poderosos se creían, y se siguen creyendo, que su osadía merecía, incluso, ser objeto de chunga.
Pero el virus chinito, entre tantas cosas malas, también ha traído una cosa buena, que es la verdad. Y la posverdad no tiene más opción que irse al carajo. Torras debería darse cuenta, pero se conoce que tiene el cerebro de avispas que le pican y no le dejan pensar. Tezanos hace lo que le mandan.



1 comentario:

Juan Gnav dijo...

OK. Todo bien en casa, espero. Porque hay que pasar el ahora y estar fuertes para el luego, Vicente.