miércoles, 11 de marzo de 2020

Haremos lo que haga falta, cuando haga falta, donde haga falta

No podíamos tener un presidente más chulito. Dice cualquier cosa que se le ocurra con todo el aplomo del que es capaz, como si a estas alturas de la historia hubiera alguien en el mundo que pudiera creerle. Los habrá, sin duda, pero la más elemental de las precauciones indica que como primera providencia hay que poner en duda la salud mental de aquellos en quienes concurra dicha circunstancia.
Tiene la cara tan dura este presidente que suelta esa proclama con la que pretende tranquilizar a la población, después de haber autorizado, cuando no convocado, actos multitudinarios a lo largo y lo ancho de España, entre ellos la manifestación del 8 de marzo contra las mujeres que no son de izquierdas. Algunas de las que pretendieron sumarse a la manifestación tuvieron que sufrir las iras de las salvajes que se manifestaban.
Estas ‘feministas’ de hoy, entre las que está una tal Montero que no tiene idea buena, merecen que se las entrecomille, porque no les llegan ni a la suela del zapato a aquellas feministas, sin comillas, de antaño, que corrían riesgos por serlo.
El caso es que en esa manifestación estaba la egabrense, que lucía una gorrita muy mona, y junto a ella la señora esposa del presidente, que berreaba eslóganes impresentables. Vamos a ver cuanta gente resulta contagiada de entre quienes participaron en las manifestaciones y a quienes atienden en los hospitales y a quienes no.
También hay que referirse al personal, a ese que por las mañanas acude a los actos públicos de forma temeraria y por las tardes entra en pánico y hace acopio de viandas y material sanitario. Lo que está claro es que nadie confía en el gobierno, otra cosa es el sectarismo imperante que lleva a votar a quienes más daño están dispuestos a hacer. 

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