En este Estado predictatorial en el que
este gobierno ha convertido a España, es imposible fiarse de toda la
información que se nos da de forma oficial. Todos los ministros,
incluso la de Asuntos Exteriores, que tiene nociones de diplomacia,
incluso el presidente del gobierno, contestan mal cuando se les hacen
preguntas incómodas. Hay que apuntar también lo que significan las
subvenciones para los medios.
El caso es que muchos parientes directos
del presidente del gobierno están infectados y, por lo menos,
algunos de ellos ingresados. Es posible que el presidente no lo esté,
porque hay personas muy resistentes a las infecciones y podría ser
una de ellas, y también podría deberse a la suerte. Pero también
es verdad que las consecuencias serían muy graves para él si
estuviera infectado y en este caso la solución sería ocultarlo.
Otro que tal baila es uno de esos que
abogan por nacionalizar todo lo nacionalizable, excepto lo de su
propiedad, claro, que eso no se toca. El pájaro, porque estos tipos
son unos elementos de cuidado, con más morro que espalda, habría
acudido a una clínica privada, ¡ojo al dato!, que diría aquel
butanito de antaño, a hacerse el test, que habría dado positivo.
Las consecuencias, si se hiciera oficial esta información, serían
muy graves para él, de modo que se habría puesto en marcha la
maquinaria para evitar que se sepa. Aquí entra en juego todo, desde
la posibilidad de las demandas judiciales hasta las demás formas de
presión.
Cuando en un país quedan zonas oscuras,
cerradas al escrutinio de la población, se puede afirmar sin lugar a
dudas, que la calidad democrática es inexistente o muy baja.
Una crisis como la que se nos ha venido
encima sin avisar precisa de un gobierno en el que la población
tenga confianza, y en este no la tiene nadie. La gente sectaria, que
abunda, estaría dispuesta a votarlo, otra cosa es que se fíe.
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