Yo era abstencionista. No me interesaba participar en un sistema en el que los medios están subvencionados y, por tanto, no son independientes, como tampoco lo son el Poder Judicial y el Fiscal General.
Pero llegó un momento en que UPyD empezó a combatir la corrupción en serio. Es el único partido que lo ha hecho. Ni Vox, ni mucho menos
Ciudadanos, están en la tarea. Tampoco ningún partido ni sindicato se ha hecho cargo de las querellas que UPyD tuvo que abandonar por falta de fondos. Aparte de esto, este partido llevaba en su programa la independencia del Poder Judicial, por lo que decidí votarlo.
Nunca he pertenecido a ningún partido, ni podría hacerlo. Pero si se diera el caso, sería fiel al ideario del partido y leal con sus componentes. Ahora bien, de ahí a que estuviera de acuerdo con todo lo que dijeran los líderes o que asumiera aquello de que el jefe siempre tiene razón va un trecho muy largo.
Puedo criticar, y lo hago, la deriva de un partido concreto, pero en principio no deseo que desaparezca, salvo que haya sido fundado por motivos fraudulentos, o su ideología sea incompatible con la democracia.
Todo lo que antecede tiene que ver con este artículo de Quintana Paz:
https://theobjective.com/elsubjetivo/vida-muerte-y-milagros-laicos-de-upyd
Puesto que no he estado en el partido, no puedo discutir lo que dice, pero desde fuera sí que puedo afirmar que la desaparición de UPyD, no se debió a eso, aunque quizá a largo plazo pudiera haber sido, sino que hay que enmarcarla en aquella frase de un político activo en la época; «os podemos aplastar como a una nuez». Trapiello también habló del asunto: De repente, columnistas que siempre estaban alabando a Rosa Díez se pusieron a criticar su autoritarismo. Pudiendo ser cierto, quizá fuera la menos autoritaria de todos los líderes políticos.
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