viernes, 1 de enero de 2021

Un juez común

 

Quizá el primer día de este año que comienza sea un buen momento para referirse a ese tipo de juez que abunda tanto, por lo que representa.

La democracia se basa, fundamentalmente, en los órganos de justicia y para ello éstos han de gozar de independencia con cualquier otro poder. Quienes no respetan la independencia de los jueces no son demócratas.

Ahora falta que los jueces también sean demócratas. Por ejemplo, ese tipo de juez al que me refería al principio es uno que tiene un dominio exhaustivo de la técnica jurídica, que dicta sentencias modélicas, pero que en su vida ordinaria se comporta de manera abusiva y prepotente con sus subordinados o amigos que están por debajo en la escala social. Es decir, conoce meticulosamente todos los mecanismos de la justicia, pero desconoce su concepto.

Hacer justicia es su profesión, su modo de vida, pero comportarse de forma justa con los demás no está en sus planes. No ha estudiado la carrera, ni ha preparado oposiciones por amor a la justicia, sino para conseguir un estatus superior a la mayoría.

El problema que presenta esta actitud es que los jueces surgen de la sociedad y son reflejos de ella. Al juez común y al ciudadano común la justicia no les importa ni les preocupa mientras no se sienten perjudicados. Es por eso que aceptan con resignación las intromisiones del gobierno y sus intentos de controlar el CGPJ.

Pero aquí viene nuestro rústico favorito a avergonzar a quienes tienen esa actitud:

«A lo que dijo Sancho:

Según lo que aquí he visto, es tan buena la justicia, que es necesaria que se use aun entre los mesmos ladrones».

Empezar el año con el convencimiento de que la justicia es absolutamente necesaria para el desenvolvimiento civilizado de la vida es el modo más adecuado de conseguir que sea mejor que los anteriores. También para evitar el derrumbe de la economía nacional.


No hay comentarios: