Digo yo que los vecinos de Cabra deben de estar hartos de esta señora, salvo que sean muy sectarios, muy parecidos a Adriana Lastra, que todavía no se ha enterado de que en España no hay, por ahora, extrema derecha, que ese apelativo es un invento de sus malvados socios de extrema izquierda.
La ministra ha borrado su tuit, lo que denota que, contra todo pronóstico, conserva algo de vergüenza. ¡Quién lo iba a decir a estas alturas, después de haberle visto tantas! Esta ministra se adueña de Lorca, de Machado, del feminismo, del dinero público, de lo que le dé la gana.
Sé que es doctora y digo yo que siendo eso sabrá que Lorca es un pueblo y García Lorca un poeta, aunque a ella le da igual, si quiere, se lo apropia.
Siempre está cabreada -de Cabra, cabreada, ¿me siguen, me siguen?-, salvo cuando la mira el jefe, que entonces la cara se le inunda de felicidad. No es la única, a Adriana Lastra le ocurre igual. Si el jefe fuera buena persona, se pasaría la vida mirándola; entonces ella sería feliz y no haría maldades. Pero al jefe, al que llaman el Felón, lo que le gusta es mirarse al espejo. Hay un mini Rasputín que se lo sostiene. Se mira al espejo, se compara con Dios y se cree ganador. Ella, la señora de Cabra, le aplaude embelesada. Entonces, él se gira y la mira agradecido y ella entra en éxtasis. Y Adriana Lastra les aplaude a los dos.
El tuit borrado, pero que algunos han tenido la precaución de capturar, es este
https://twitter.com/hermanntertsch/status/1411803634468274186 y es cierto que motiva una buena carcajada antes siquiera de terminar de leer. Quizá lo de la ministra no es que tenga vergüenza, sino que no le guste que se cachondeen de ella. Pero bueno, sólo es una más. Una ocasión más de las que ofrece ella digo.
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