sábado, 24 de julio de 2021

Una lora en el gobierno

 

El Felón había ido a Estados Unidos a generar confianza -él, en su narcisismo, se cree capaz de conseguirlo, cuando ya nadie se puede fiar de nada de lo que diga- y va ella y le avisa -¿cómo alguien le puede avisar a él, que es el más listo y lo sabe todo?- de que los fondos de inversión están para ganar dinero.

Pues ella, esa ministra que lo dice, no ha renunciado ni a un céntimo. Vive de lujo a costa de los españoles y a cada momento luce un modelito distinto. Una histérica, compañera suya de partido, también ministra, presumía de dinero en el Parlamento: «¡porque yo me lo puedo permitir, pero otras mujeres no!». Dicho esto, se entiende el cambio de una histérica por una sosa. La cuestión es ‘cuánto va a durar la sosa’.

Pero conviene explicar que lo de ‘lora’ no se debe a la nariz, semejante al pico de esa ave, sino a la sucesión encadenada de chorradas que surge de su boca. No puede ser que una señora que presume de tres másteres que no tiene, no uno como Cifuentes, sino tres Fernando Ónega, pueda inventar tantas barbaridades, una detrás de otra, sobre la marcha, si no se las han dictado, si no las ha leído en circulares internas.

No sólo ha abrazado la ideología más nefasta de todos los tiempos, la que más muertes ha causado, más miseria, hambre y desolación ha ocasionado y sigue causando -ahora mismo en Cuba-, sino que haciendo gala de un desparpajo y una estupidez estratosféricas -sin que se haya adjudicado por el morro la condición de astronauta, ¡pobre Astronauta, ya no es ministro!- recomienda medidas que llevarían a todo el mundo a la miseria. A todo el mundo, menos a ella, claro está, y al garzón ese, chiquitito, que se come buenos filetes y recomienda a los demás que pasen del aire.


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