Se está celebrando en Valencia una reunión de señoras que no deben tener nada mejor que hacer, y no han invitado a Belarra. ¡Si cabe Oltra ya caben todas! De hecho, han invitado también a Colau, con lo que queda claro que lo que se tenía en cuenta para las invitaciones era el nivel de incompetencia. Tampoco han invitado a otra que, además de incompetente, siempre está crispada. En este caso no habrán querido que les amargue la fiesta.
Ninguna de todas tiene la preparación de Cayetana Álvarez de Toledo o Teresa Giménez Barbat, por citar así a vuelapluma a dos damas que sí que pueden aportar algo al bien común, no sólo malestar y descontrol, como esas. Podría haber añadido a la estrella rutilante del momento, Isabel Díaz Ayuso, una señora cuyos ojos infunden una alegría y una confianza que el público agradece aplaudiéndole por donde pasa. Ella se la jugó por el bien común, y salvó a España de la ruina con su valor, y otras nos toman por tontos. Los hay, pero cada vez menos.
Belarra ha querido demostrar que es suficientemente inútil y ha dicho que garantiza, ¡garantiza!, que su partido no aceptara recortes, presentes ni futuras, de las pensiones. Ocurren dos cosas. Una, que su partido, mediante los derroches y sus esfuerzos para que la tasa de paro crezca sin parar, está haciendo lo posible para que el recorte de pensiones sea total. Otra, que su partido sostendrá al Felón hasta el final, tragando para ello lo que haya que tragar, porque de otro modo se acaba el chollo.
Bien, pues el caso es que en esa fiesta de Valencia, a la que estaba invitada una señora que tiene artrosis en el dedo, pero tuitea, el objetivo es hacer todo el mal que se pueda del modo más rápido que se pueda. No son Los ángeles de Charlie, sino más bien Las arpías de la extrema izquierda.
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