domingo, 14 de noviembre de 2021

No haré sangre con Echenique

 

Y no la haré, por muchas condenas judiciales que le caigan, porque ya se hace él bastante. Es un sujeto que ha logrado acomodarse en un partido político y goza de suficiente inteligencia para darse cuenta de qué es lo se espera de él.

Se ha tomado tan en serio su papel que no sólo lleva a cabo la tarea que se le ha encomendado, sino que se ha imbuido de las características de su partido y las ha asumido como propias, de modo que si alguien quiere saber cómo es Podemos no tiene más que fijarse en Echenique. Lo representa perfectamente. Insidioso, rencoroso, envidioso, mezquino, dictatorial, cruel, insolente…

Creo que antes de recalar en este lamentable partido intentó medrar en otro. Si lo hubiera conseguido allí, no habría necesitado caer tan bajo en la escala moral, en la escala humana, en cualquier escala en que se le mire. Está al mismo nivel que Iglesias, al que, afortunadamente, cortó la coleta Ayuso, la gran esperanza de los españoles.

Hace muy bien su papel Echenique. Va a piñón fijo y no se desmoraliza ni descompone por las críticas que recibe, porque, y aquí demuestra de nuevo su talento, ya cuenta con ellas dada la naturaleza de su labor y la idiosincrasia de su partido.

Podría pensarse que las críticas no lo desmoralizan porque no las lee, pero sí que lo hace, porque cuando no son acertadas, responde. Suele hacerlo queriendo dar lástima, cuando él no tiene de nadie, ni de sí mismo. No se considera persona, a pesar de que lo es. Ha renunciado a toda dignidad, a respetarse, a la alegría de vivir.

Tampoco nadie de su partido se da cuenta de sus necesidades, de su situación, se limitan a utilizarlo y el día en que no les sirva o no les convenga lo tirarán, como si fuera un pañuelo de papel usado y encima lo pondrán a parir. Y lo sabe y por eso se esmera en la vileza. Cuanto más vil sea, más posibilidades tiene de sobrevivir en ese partido.


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