Por lo que sé de ella, que tampoco es demasiado, entre Cayetana y yo hay unas cuantas discrepancias. En artículos sobre la dama se ha señalado su altivez, tan patente, al menos en apariencia. Pues yo no puedo tomar en serio esta actitud y quienes lean el libro que tengo entre manos, en el que cuento cosas de mí, lo entenderán enseguida. Me parece totalmente equivocada, aunque quizá tenga premio en los usos sociales.
Dicho esto puedo añadir que cuando alguien dice una verdad hay que reconocerlo y Cayetana, al contrario que otros que no dicen ninguna, lo hace muy a menudo. Hay que reconocerle también que tiene una preparación intelectual que está muy por encima de la de la inmensa mayoría de los diputados. Hay gente muy torpe, gandula y por desasnar, que falta de capacidad para atisbar la amplitud y profundidad de sus conocimientos, trata de ofenderle. A uno de esos, con coleta entonces, lo expulsó de la política Ayuso. Se lo debemos.
Cayetana es pues una señora que hace falta en la política española, porque sabe lo que dice, sabe cuando hay que decirlo y sabe a quien se lo dice. No es una de esas que se limita a aplaudirle al jefe y a poner una alfombra por donde ha de pasar. A los ciudadanos nos interesa que haya diputados como ella.
Entre la clase periodística hay gente tan culta como ella, pero en este sector concurre otra circunstancia y es que a sus componentes les gusta comer en restaurantes en los que se sabe tratar la materia prima y que los medios en los que escriben suelen estar subvencionados y el que paga manda.
Ahora dicen que le van a abrir un expediente a Cayetana. ¿Por haber escrito un libro? ¿Por haber criticado alguna decisión de su señorito? La democracia es un sistema político para adultos. Si los dirigentes son unos críos...
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