España es un país que está endeudado para mucho tiempo, principalmente por culpa de Zapatero, y bajo el gobierno actual la deuda está aumentando de modo escalofriante. Y fueron los acreedores quienes impusieron esa reforma laboral, porque quieren cobrar lo que se les debe, o al menos los intereses, y si no se disminuye la tasa de paro no puede ser.
O sea, se trata de aumentar el empleo, pero lo que quieren los comunistas es destruirlo. De hecho, están gastando a manos llenas, de modo totalmente improductivo, con el fin de arruinar a España en el menor tiempo posible.
Y va esa ministra que se pega una vida de lujo a costa de los españoles, en un piso de lujo de grandes dimensiones, cuyo alquiler corre a cargo del erario, y dice que ‘técnicamente’ no se puede derogar la ley. Lo que pasa es que ha chocado con una piedra. Si la derogara, el gobierno de Sánchez sería inviable e irían todos a la calle, que sería lo mejor para España. Dado el caso, se la envainan y lo explican mediante chorradas de su propio estilo.
Dice que va a fomentar el empleo mediante el diálogo. Está por ver que un comunista fomente el empleo, como no sea el de sus enchufados, el de sus chóferes, sus asistentes, sus asesores, todo a cargo de que quienes doblan el lomo trabajando, que cada vez son menos.
España tiene una posibilidad extraordinaria para crear empleo, de la carecen los países de nuestro entorno, pero no tenemos a alguien como Draghi capaz de aprovecharla, sino a un mentecato como Sánchez al mando, y otro no menos mentecato, como Casado, en la oposición. España es el país europeo que puede permitirse el lujo de reducir el gasto de la Administración en mayor medida sin que eso repercuta en la calidad de los servicios prestados a los ciudadanos.
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