Se refiere Juaristi a un libro publicado en 1988 en París en el que se afirma que Juan Carlos I y Adolfo Suárez traicionaron a Franco. Esto no es cierto.
Hay que tener en cuenta que a Franco no le interesaba el franquismo, porque le habría quitado libertad de movimientos y de hecho intentó encarcelar a Blas Piñar, según confesó éste, que añadió: yo soy fiel al franquismo, no a Franco. No era un mamón.
La única ideología de Franco consistía en conservar el poder hasta la muerte. En los primeros tiempos sí que trató de gobernar ideológicamente, pero se dio cuenta de que por ese camino no lograría sus propósitos y se abonó al pragmatismo. A manipular y domeñar a las fuerzas vivas del país y a procurar el desarrollo económico de la nación, puesto que con ello conseguiría tener tranquila a la población.
Todos los dictadores tienen designios a largo plazo, ideas con las que pretenden salvar a la humanidad o a sus naciones, pero el único designio de Franco era conservar el poder.
Don Juan le entregó a su hijo como rehén. Así se garantizaba el regreso de la monarquía y Franco que los monárquicos no le incordiasen. Luego tuvo información completa y exhaustiva sobre las habilidades del futuro rey, así que aparte de que lo que ocurriera tras su muerte no le interesaba tanto, fue consciente de que éste no sería capaz de gobernar del mismo modo, a lo que habría que añadir que las circunstancias habían cambiado totalmente y en las nuevas hasta el propio Franco habría tenido dificultades.
De modo que el Régimen tenía fecha de caducidad y por ello Franco encargó a Torcuato Luca de Tena que encontrara al hombre capaz de hacer el cambio. Entre los años 1968 y 1968, Adolfo Suárez y Juan Carlos I planificaron la Transición. Lo cuento en ‘1978. El año en que España cambió de piel’.
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