Lo que no supieron captar los socialistas cuando Adolfo Suárez les hizo la oferta, es que se trataba de sentar las bases de un Estado nuevo, que nada tenía que ver con el anterior. Si fueran nobles de corazón lo habrían entendido enseguida. Pero andaban con el resquemor en el alma, el mismo que todavía perdura en el PSOE de hoy.
La historia no es la que nos quieren hacer creer mediante continuados abusos de poder. Según ellos, el gobierno de la República era modélico y la derecha salvaje dio un golpe de Estado. Pues no. Tan salvaje era la izquierda como la derecha. El gobierno de la República no hizo nada para evitar la guerra. Historiadores hay que opinan que la provocó, porque estaba seguro de ganarla y así luego podría actuar a su antojo. Le salió mal la jugada pues. Provocó la guerra y la perdió. Eso explica su actuación a partir de la muerte de Franco. Su falta de nobleza y sus deseos de venganza.
Si hubieran sido personas nobles de corazón hubieran abordado la redacción de la Constitución pensando en el bien de los españoles, en elaborar un marco legal basado en los grandes valores cívicos y democráticos. En cambio, la elaboración de la Ley Fundamental vino a ser un tira y afloja entre dos bloques enfrentados, pugna de la que salieron ganando los nacionalistas, por su entendimiento con el PSOE, del que sacaron provecho. Peces-Barba se consideraba el principal artífice. Adolfo Suárez, ingenuamente, se procuró mayoría entre los redactores, pero no sirvió para nada porque el PSOE hizo valer el peso que tenía en la calle, y quienes le robaron la cartera fueron los nacionalistas.
A veces se da la justicia poética y ahora el PSOE está dejando bien claro que el bienestar de los españoles, ricos y pobres, no le importa.
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