Hay periodistas que se comportan como pistoleros a sueldo o matones por encargo. En sus palabras finales en el juicio del Caso IVAM Consuelo Císcar alegó que había soportado estoicamente el linchamiento mediático y la polémica artificial sobre el caso superada en el mundo del arte. La sentencia del Tribunal ha hecho buenas estas palabras.
Y ahora vemos a todos estos periodistas que han contribuido a lo largo de seis años de una persona inocente lanzar mensajes de paz, amor y buenos deseos para las gentes de bien.
Estos periodistas que publicaban sin contrastar, es decir, sin pedir su versión al abogado de la interesada, las insidias que recibían no tenían en cuenta que esas informaciones podían tener repercusiones en su salud. No obstante, se consideran buenas personas.
Hasta la misma víspera del juicio presentaban las cosas de modo que parecía imposible que pudiera eludir la condena. No se ha producido ésta. Qué mal lo deben de estar pasando unos cuantos. La Generalidad se personó en el caso por motivos que cabe considerar como malintencionados. Eso es un fraude, una vergüenza para los valencianos. Un chiringuito anticorrupción hizo un ridículo espantoso. ¿Recibe subvenciones?
Aquellos periodistas que se limitan a hacer lo que les mandan, sin cuestionarse si es ético o no, no tienen cargo de conciencia, al menos no han mostrado ningún dolor por el daño causado.
Aquellos políticos que han representado a los valencianos de forma indecente, Puig, Ribò. Oltra, no han presentado la dimisión.
En el juicio, como se puede comprobar en los reportajes de un periodista que demostró tener respeto a sus lectores informando fielmente de lo que ocurría, Fernando García Bonet, hubo unos cuantos que hicieron el ridículo, porque quedó patente su mala intención, pero esto tampoco ha tenido repercusiones de ninguna clase.
Los tres abogados defensores hicieron su trabajo con gran brillantez y pusieron en evidencia las carencias de quienes se les oponían.
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