Tras una tenaz y heroica lucha contra el cáncer que le ha permitido vivir mucho más tiempo del previsto cuando se le detectó, nos ha dejado el amigo, el poeta, el referente de la
Cultura valenciana, en la que estuvo presente desde su primera juventud.
Pertinaz visitante de las bibliotecas, entró a trabajar pronto en el diario Las Provincias, en donde fue redactor jefe. Tuvo un espacio titulado CulturOne, la primera sección cultural de la prensa española, y también otro, apenas un recuadro en la portada del periódico, en el que esparcía consejos lingüísticos a modo de semillas, con la esperanza de que dieran algunos frutos. Aquí firmaba como Melmoth, pero se podía deducir fácilmente, por el estilo, que se trataba de él. Dejó de publicarse seguramente porque recibía muchas cartas comentando o pidiendo esto o aquello, con lo que al final quedaba desvirtuado el objetivo inicial.
Desde el primer momento tuvo peso en la Cultura valenciana, ya que no estuvo dispuesto a dejarse arrollar por nada. En aquellos momentos iniciales el catalanismo irrumpió en Valencia tratando de imponerse a la brava. Todos los premios y subvenciones eran para poetas que escribían en catalán. No se arredró. Junto con Pedro J. De la Peña fundó CLAVE, de la que últimamente era presidente de Honor, y que tras diversas vicisitudes sigue existiendo. Ese golpe en la mesa de quienes entonces eran carne y uña resonó fuerte.
Pero Ricardo era, sobre todo, un amante de la vida, de la buena conversación, del buen vino, del buen jamón… Me contó que había recorrido España junto con otros dos personajes de la Cultura de España, muy conocidos, cuyos nombres no diré, en busca de la mejor tortilla española. Íbamos camino de la Cervecería Alhambra, que él no conocía y que la hacía muy buena. Su discurso era digno de una enciclopedia. Se refirió a la selección de las patatas, de la clase y cantidad de los huevos, del tipo de aceite, de los tiempos…
Le gustaba tanto la vida… Y ya no está entre nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario