Algunos de los componentes del PP tienen un nivel intelectual que el de cualquiera de ERC, Bildu o Podemos y hacen constar en sus páginas del Congreso unos currículums muy exitosos y meritorios. Por ello sorprende que su respuesta al recurso de Cayetana contra el abusivo expediente que se le ha abierto haya sido tan cutre y ordinario. ¿Hasta qué punto están dispuestas a rebajarse sus señores con tal de mantener sus actas?
«Todos estamos equivocados, menos ella», han dicho sin que se les caiga la cara de vergüenza. La respuesta de Massiel al retorcido Ferreras podría servir en este caso. «Que salga uno solo de mi equipo...». «No se atreverán».
Cayetana tiene su nivel y sabe que el pasteleo de Casado con Sánchez es una traición a los españoles y en consecuencia optó por la mejor opción a la hora de votar. Los estatutos del partido…, claman los sumisos, los obsecuentes. Pero la Constitución tiene un rango superior a los estatutos de cualquier partido. Un jurista de cuya preparación para el caso no puede dudar nadie que esté en sus cabales, Antonio García-Trevijano, repitió una y otra vez que todas las leyes de la democracia son nulas de pleno derecho, puesto que la Ley Fundamental prohíbe expresamente el voto imperativo. El motivo es obvio: un mamón no vela por el bienestar de los contribuyentes, sino por el suyo propio.
Ocurre, pues, que Cayetana es la que ha procurado el bien de los españoles y los demás diputados del PP quienes los han traicionado.
De modo que el PP, que se dispone a castigar a quien ha actuado de modo correcto, el partido que pretende resolver los graves problemas de España. Por este camino es imposible que lo consiga.
El primer paso para salvar a España de la catástrofe consiste en que los jueces y el ministerio Fiscal sean absolutamente independientes de las demás instituciones del Estado. O sea, lo contrario de lo que hace Casado.
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