Hay que repetirlo todas las veces que haga falta. El partido que más influencia tuvo en lo que los malignos podemitas llaman ‘régimen del 78’ fue el PSOE. Del mismo modo que la Ley de Amnistía fue una reivindicación de la izquierda que favoreció principalmente a los etarras y a los asesinos de Paracuellos.
Los socialistas ya eran los dueños de la calle y aparecían en las tertulias televisivas con toda la petulancia y toda la prepotencia de que eran capaces. Basta con acudir a la hemeroteca y leer los últimos artículos de Peces-Barba sobre la Constitución para comprender que la consideraba suya.
Mediante las subvenciones, que jamás debieron autorizarse, los socialistas controlaban todo. La mayor corrupción de España es la subvención a los medios. A los sindicatos también los tienen bajo control. Ya ni disimulan. A los jueces les quitaron la independencia. La Constitución les reconocía alguna, pero los socialistas se la quitaron en cuanto pudieron. ¿Qué democracia es esta? ¿Qué tiene el PSOE de demócrata? ¿Con qué autoridad moral el PSOE hace la vida imposible a Juan Carlos I? Ha hecho mucho más daño el PSOE.
A Casado se le ha visto la afición a pastelear. Se conoce que le gusta sentirse importante. A Ayuso se le ha visto capaz de correr riesgos en beneficio de los ciudadanos, riesgos que le podrían haber costado la carrera política. Y ha sido también capaz de enfrentarse al acoso de la izquierda y al juego sucio del gobierno. Y salir triunfadora. No se arredra ante la batalla cultural, sino que le planta cara y desafía a la izquierda. Entonces, ella es la más dispuesta a defender los intereses de los contribuyentes, eliminando las subvenciones que pueda e iniciando el camino para hacer lo mismo con las demás.
Hay que empezar a conquistar la democracia y eso significa que, como dijo Mario Vargas Llosa, que hay que votar bien.
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