Son varias las alternativas que flotan en el ambiente a la vista de que este gobierno ya parece haber llegado al final, puesto que desde el principio se ha desentendido de los problemas y ha fiado su continuidad en el puente de mando a la propaganda y al envilecimiento de sus votantes, puesto que fomentar el sectarismo es envilecerlos.
Ha aprovechado la pandemia para aterrorizar a los ciudadanos y emborracharse de poder, pasando por encima de la Constitución que prometió, por el honor que no tiene ninguno de los componentes del gobierno, cumplir y defender.
El problema que tiene esta estrategia es que la realidad puede caer encima como una pesada losa, que es lo que está sucediendo y en estas circunstancias, por muy envilecidos que estén los propios votantes, si sufren las consecuencias causadas por la ineptitud del gobierno, no le van a votar. Como mucho, se abstendrán.
Parece obligado convocar elecciones rápidamente, coincidiendo con esto o con aquello, buscando la fecha más favorable, pero en todos los casos Pedro Sánchez resulta un caballo perdedor. Realmente, habría que hablar de asno. De lo cual cabe deducir que intentará apurar hasta el último segundo sus posibilidades de seguir usando el Falcon. Luego, una temporada larga con guardaespaldas y procurando no aparecer por los sitios que frecuentan los que ha ido dejando por el camino.
En el PSOE le obedecen porque les va el sueldo en ello, pero cuando deje el poder será un obstáculo para que sus siervos actuales conserven sus prebendas, por lo que es lógico pensar que preferirán otras opciones.
Si hay adelanto electoral, pues, será porque lo decida el partido, para evitar males mayores ante lo que se avecina. Y en esas circunstancias, por muy dominado que crea tener el partido, tendrá que tener cuidado, porque cuando la gente defiende su dinero puede volverse feroz.
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