Por si alguien no se había enterado, explicaré que el origen del caso está en la petición de los padres de un niño de cinco años de que se cumpla la ley. Nada hay más democrático y honroso que exigir el cumplimiento de la ley. Esa es la base de la civilización.
Pero la deriva que ha tomado Cataluña a partir de Pujol, en cuyo honor han puesto la cabeza de un burro en la fachada del ayuntamiento de Barcelona, la van alejando cada vez más de la civilización, de la democracia y hasta de la prosperidad, porque la decadencia catalana ya es imparable. Los socialistas les ayudan como pueden en este viaje autodestructivo.
En este estado de cosas, los catalanistas han reaccionado como lo que son, como animales de cuadra que actúan a una orden, y se han ensañado con el niño primero y luego con los padres. El gobierno regional catalán ha acudido en apoyo de las fieras, para que se puedan encarnizar tranquilamente con la familia demócrata.
¿Y que pasa con las instituciones españolas, que son las que pagan al gobierno regional catalán? ¿Es que España no es una democracia? Pues ahí está el Defensor del Pueblo dando la cara:
«De lo que hemos conocido hasta ahora yo digo que no hemos conocido lo que tenemos que conocer para poder tomar una resolución».
No está de más recordar que al señor Gabilondo le pagamos el sueldo todos los españoles y es en nuestro nombre que ha dicho eso.
También es socialista García-Page, que ha lamentado que en Cataluña haya ‘dos o tres’ xenófobos.
El socialismo ha acabado siendo esto: Sánchez, Lambán, García-Page… Estos son los que pretenden ganar la guerra civil, tropecientos años después de acabada, haciendo gala de un desparpajo, de una prepotencia y de un desprecio de la justicia, que les abocan, siguiendo la lógica de la historia, a desaparecer por los sumideros.
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