Ya sabe todo el mundo -bueno, digo todo el mundo, pero hay idiotas en los que no se da el caso- que Pedro con tal de estar en la Moncloa un día más, ¡un día!, es capaz de cualquier cosa. Si ha de estrecharle la mano a Otegui, del que, por cierto, se está dando a conocer mucha información, lo hace. Y si ha de abrazarse sonriendo, también. Me quedo aquí.
Pero luego ocurre que la coalición de tropecientos partidos que necesita funcionaría de forma muy complicada. Todos están dispuestos a intentarlo, porque son de la misma catadura moral que Pedro, pero como no se fían quieren cobrar por anticipado. Y él intenta pagar lo que le piden. Otra cuestión es que todos son de índole traicionera y es imposible esperar un comportamiento leal en ninguno, por lo que a las primeras de cambio puede atascarse.
Se da el caso de que en el anterior gobierno los podemitas han ido a su aire, al contrario que los socialistas que todos son muy obedientes, motivo por el que Pedro encargó a Yolanda, que parecía sumisa y entregada a la causa, que traicionara a Pablo, que es quien la puso en el cargo. Y ella cumplió el encargo. Pero al actuar los terroristas de Hamás, Yolanda ha demostrando sus designios están por encima de Pedro y también lo ha traicionado a él, de modo que tampoco a esta la tiene bajo control.
Uno de esos idiotas que no se enteran dice que Pedro ha ido a buscar la paz. Ignorante. ¡Pero si Pedro no ha hecho nunca nada por nadie! Solo por sí mismo. Ha ido a hacer el ridículo mostrándose equidistante, no vaya a ser que se le cabreen los de Bildu, los de Podemos, etcétera, y lo dejen colgado y fuera de la Moncloa.
Quien sí que se ha cabreado es el Estado de Israel. Y Pedro es tan cortito que no se ha dado cuenta de cómo se las gastan los israelíes con sus enemigos.
Y Pumpido, enfadado, porque nadie cree que tenga amor por la justicia. Sí que se le reconoce mucha pericia.
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