Los pormenores no son relevantes, sucedió hace algunos decenios y solo recuerdo lo fundamental. Unos niños quedaron huérfanos y al mayor de todos que tenía once años no le quedó más remedio que hacerse adulto. Lo consiguió, lo cual tiene mucho mérito. De un día para otro dejó de ser un niño y se convirtió en un hombre. Se hizo cargo del kiosco de su padre y sacó adelante a sus hermanos.
Estamos en una tesitura parecida. En manos de un psicópata peligroso y sin escrúpulos que se va a llevar por delante el sistema de pensiones y la sanidad -véase la deuda creciente-, pero no solo eso, sino también todo lo que pueda y le haga falta para conseguir sus propósitos.
Hay que decir que el Rey está en su papel, que consiste en salvaguardar la Corona, porque en el momento que caiga, caemos todos. Sus enemigos, nuestros enemigos, son muy aviesos. Salvó a España de la catástrofe hace seis años. Hace lo que puede.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Con una Constitución que dice que todos somos iguales ante la ley, pero luego concede privilegios a los habitantes de unas zonas sobre los demás.
Que permite que los partidos nacionalistas compitan en la elecciones con ventaja sobre los demás y merced a ello hayan podido putear a todos los españoles a lo largo de la democracia. Ahora mismo, la formación del gobierno depende de un delincuente.
Y de la desvergüenza de unos diputados que apoyan al Felón haga lo que haga, porque lo único que les importa es cobrar todos los meses.
Y porque la alabada Constitución no incluyó entre sus castigos a los grandes asesinos la cadena perpetua, con la cual las bandas terroristas no habrían podido condicionar la política española.
Con la cadena perpetua habría sido muy difícil reclutar asesinos porque el horizonte de cárcel de por vida no apetece a nadie y porque los que sufrieran esa condena habrían tenido la tentación de contar todo a la policía para intentar reducir la condena.
De modo que es conveniente que el votante adquiera la madurez como aquel niño y piense en las cosas que dependen de su papeleta. No se trata de defender unos colores, no es un partido de fútbol. Es el estado del bienestar.
También está en juego la supervivencia del PSOE. Con un psicópata a los mandos, lo tiene mal.
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