Isabel Díaz Ayuso es, por supuesto, la luz. Sabe aceptar las cosas como vienen, sin recurrir a pataletas ni berrinches, no da bazas a quienes se le oponen, actúa con naturalidad y sencillez y ha sembrado España de ilusión. Creo que si fuera la candidata del PP a la presidencia del gobierno ganaría en todas las provincias de España, incluidas las vascas y las catalanas. Quienes normalmente se abstienen, porque no confían en que los políticos que se presentan vayan a resolver nada, se movilizarían si fuera ella la candidata, convencidos de que les plantaría cara a los sinvergüenzas que asaltan sus carteras y les quitan libertades.
Se nota en sus intervenciones que es muy despierta, valiente y que trabaja mucho, porque domina los asuntos que se tratan, al contrario que los podemitas o sus sucedáneos, que son unos vagos y que se limitan a disparar al aire, a ver si aciertan por casualidad, siempre con la intención de destruir, de sembrar cizaña, de hacer mal.
El cenizo es Casado, que no tolera nada ni a nadie que pueda alterar sus planes. Se quitó de en medio a CAT, una señora muy brillante y con una voz tan potente que él no puede callar. Es una señora muy útil que en su puesto de portavoz le habría puesto las cosas muy difíciles a este PSOE miserable que alza la voz contra VOX, mientras pacta con Podemos, ETA y delincuentes catalanes. Ella está en lo cierto, hay que dar la batalla cultural y Ayuso también lo sabe y lo hace.
Casado odia a VOX, porque los votos de este partido proceden del PP. Debería darse cuenta de que si van a VOX es porque no se fían de él. En la Comunidad de Madrid no se van a VOX.
También odia a Ayuso porque allá por donde pasa la vitorean, y a él. Puede consolarse pensando que a Sánchez le pasa lo mismo o peor.
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