No me refiero a lo que es, podría o debería ser el PSOE, sino a lo que viene demostrando desde que lo refundaron Felipe González y Alfonso Guerra, esos dos que se burlaban de Margaret Thatcher, sin duda que por envidia, porque ella sí que asumía la responsabilidad de sus actos.
Cualquier demócrata, o sea, cualquier persona que intente comportarse con educación y respeto al prójimo, sabe que la independencia de los jueces y de los medios es fundamental en una democracia. El PSOE viene intentando, y consiguiendo en muchos casos, amedrentar y corromper a los jueces. Así como hay partidos que han llevado en su programa la devolución de la independencia a los jueces, nunca ha sido el caso del PSOE.
Corrompe a los medios mediante el uso del dinero de los impuestos. Todo el dinero que emplea para tener a los medios a su servicio, prostituyendo brutalmente la democracia, es dinero que se roba a los más vulnerables. En los periodos en los que gobiernan los socialistas la cantidad de dinero que se derrocha en este menester es muy superior a la que se gasta cuando gobierna la derecha. Esto es escandaloso y motivo de vergüenza, si la hubiera. Debería ser delito además. Si ese dinero estuviera circulando de forma decente, la calidad democrática sería mucho mayor y se crearían muchos puestos de trabajo, que es el mejor modo de ayudar a los vulnerables.
Pero no terminan ahí los ataques del PSOE a la democracia. Otro de los casos se da en el sindicalismo, otro de los pilares del sistema. Mediante las subvenciones arbitrarias y no sujetas a ninguna regla o norma, se consigue que los sindicatos no estén al servicio de los trabajadores, porque quien paga manda, y no son ellos quienes contribuyen en mayor medida a su mantenimiento.
Y para terminar por hoy: el PSOE ha conseguido que el Parlamento, que representa al pueblo español, parezca una granja de cerdos.
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