Nunca veo la televisión, pero hay quien lo hace y luego lo cuenta. Rosa Belmonte, sin ir más lejos. Entonces he sabido lo que ocurrió con Eduardo Serra. La culpa la tuvo él por acudir a un programa de gente desvergonzada.
Algunos detalles hacen pensar que los intervinientes fueron al programa cobrando. Por ejemplo, cuando Vidal-Quadras respondió de forma muy suave. La forma de irse de Serra, como si renunciara al dinero prometido.
No fue un intento de linchamiento del PP, ni tampoco un planteamiento simplista de lo sucedido, sino pura y llanamente una mentira. Si los responsables de esa televisión tuvieran vergüenza, ese periodista hubiera ido directamente a la calle. Cada cual puede tener la ideología que quiera, pero luego ha de intentar ser honrado. Una cadena de televisión ha de respetar a su público, aunque piense que es idiota, pero, sobre todo, ha de respetarse a sí misma.
Sánchez sabe que su mayor obstáculo para seguir en la Moncloa es Ayuso, pero se dio cuenta de que a Casado le resultaba insoportable la popularidad de la presidenta de Madrid, de modo que de su propia mano o de otra le hizo llegar un documento obtenido de forma ilegal, que, además, tampoco contiene nada que se le pueda reprochar a ella. Ni asomo de corrupción. En todo caso, la corrupción está en la obtención y utilización del documento.
Si Casado lo hubiera denunciado ante la justicia, habría ganado mucho ante la opinión pública, pero eso lo habría hecho si fuera un caballero. No lo es, evidentemente. Actuó como un patán, metió la pata una y otra vez, se enredó en su propia trampa y luego tampoco le importa perjudicar a España y a su partido para intentar salvarse él, lo cual es imposible. Ya todo el mundo sabe quién es. Su talla moral es la misma que la de ese presentador de televisión.
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