Unos por incautos y otros por malvados, los hay que creen los pretextos de Putin que, realmente, no son más que una burla al mundo civilizado, al que se dispone a asaltar cual Atila redivivo y encima con recochineo.
Tiene, además, sus caballos de Troya y sus redes de desinformación que les ha ido metiendo a los países democráticos en forma de supositorios y no sólo se le ha permitido, sino que en la mayor parte de los casos se le ha ofrecido el trasero. En España tenemos, nada menos que como vicepresidenta, a la desvergonzada Yolanda, que ha dicho: El Comunismo es la democracia y la igualdad. Por favor, no frivolicemos. Los votantes socialistas deberían rebelarse.
Pero vayamos a la cuestión. Ucrania tiene derecho a querer entrar en la OTAN y en la UE. Otra cosa es que la OTAN sirva para algo o que a la UE le convenga. Conviene precisar, para que se enteren los tontos y los malvados, que la OTAN no es una organización imperialista y que jamás ha cometido una agresión, puesto que su finalidad es únicamente defensiva, motivo por el que Ucrania quiere integrarse en ella. Es decir, para evitar ser agredida o invadida por Rusia. El caso es que en los planes de Putin ha estado siempre el de invadir a Ucrania. Lo cuenta al revés, sus secuaces contribuyen a difundir el embuste y aquí tenemos ahora a los líderes mundiales adormecidos -bueno, hay uno, cuyo nombre no diré, que no está adormecido, sino mirándose al espejo- y sin reaccionar ni ante la invasión ni ante la propaganda. Los polacos sí, los polacos sí saben de qué va la cosa.
Estamos en un mundo dominado, en estos tiempos, por la bobería, la pereza y la malasombra. En España, los terroristas se permiten el lujo de dar lecciones de moral y una cantidad ingente de sinvergüenzas vive del cuento. Ucrania no puede esperar ninguna ayuda de los españoles.
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