miércoles, 2 de noviembre de 2022

Alfonso Guerra está a un paso

 

Dice Alfonso Guerra que si no hay reacción ante las tropelías de Pedro Sánchez es que estamos en una sociedad decadente.

Pues no exactamente. Ignacio Varela, que estuvo al servicio del PSOE, o sea de Felipe González (el que me echa un pulso, lo pierde, dijo) calcula en once millones el número de españoles que quiere echar a Sánchez. Quienes lo sostienen son, pues, los socialistas. Muchos de ellos están de acuerdo con la reforma del delito de sedición, que es como estar de acuerdo con que se rebajen las penas para quienes entren a robar en tu casa y pongan en peligro, además, tu vida y la de tus familiares.

Decía Ibsen que el hombre más poderoso del mundo es el que está más solo, porque es el único que puede decir la verdad. Faltaría ver si Alfonso Guerra diría lo mismo si estuviera disfrutando de la protección y las prebendas del PSOE, como es el caso de los Solana Madariaga, Sevilla o González, al que harto de él Paco Umbral terminó llamando Glez y de muchos otros.

Alfonso Guerra está a un paso de reconocer que ayudó a construir el monstruo que ahora está poniendo todo en peligro, sin que su partido le retire el apoyo.

Cuando el PSOE se comportó de forma miserable con Adolfo Suárez, él estaba ahí; lo mismo cuando acabó con la independencia judicial, origen de la mayor parte de los males que padecemos; cuando la cacería al juez Marino Barbero estaba ahí; cuando se expropió Rumasa con nocturnidad y alevosía, sin respetar los procedimientos y cometiendo infinidad de errores por el modo apresurado en que se hizo, era el vicepresidente del gobierno. Después de haber declarado constitucional la expropiación, previa cena con Glez, García Pelayo se fue de España apesadumbrado.

El origen de casi todos los males de la España actual está en esos primeros tiempos del PSOE, pero eso no lo va a reconocer Alfonso Guerra.

Esos libros míos

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