viernes, 18 de noviembre de 2022

El escándalo Griñán

 

No me sorprendería que en otros países de nuestro entorno con más solera democrática un juicio como el del ERE hubiera concluido con penas más elevadas y cárcel para todos.

El dinero público, en contra de lo que dicen desvergonzados seres gubernamentales, debería ser sagrado. Bastante más gente de la que se piensa ha de hacer sacrificios para poder cumplir sus obligaciones con Hacienda. Y ese dinero, una vez en manos de quienes presumen de preocuparse por los intereses de los trabajadores, desparece, bien derrochado groseramente, bien robado, como es el caso de los ERE.

Robado para favorecer al partido, para adulterar la democracia -otro delito para añadir al del robo- y aun se dicen honrados, porque no se han enriquecido personalmente. Hay que reconocer que tanto desparpajo resulta conmovedor. Han salido en su defensa, en la de los ladrones, una gran cantidad de personajes, de los que habitualmente se las dan de santones, sin sonrojarse lo más mínimo.

Se da el caso, además, que se considera de mal gusto exigir que quienes han firmado la petición de indulto para los delincuentes paguen a tocateja los 680 millones robados, que es parte del delito, porque el daño hecho a la democracia española en general y a Andalucía en particular no tiene reparación.

Todos los resultados electorales en España han estado condicionados por ese delito continuado.

Y por si no fuera bastante grande el escándalo su propio partido, que es el que gobierna, está preparando el indulto. Ya ha indultado a otros delincuentes peligrosos, permite homenajes a terroristas y les hace favores.

Ocurre también que la cantidad robada puede acabar siendo bastante más del doble de esos 680 millones. Dinero pagado por los trabajadores y destinado a los parados.

Es difícil adivinar dónde estarían los miembros del gobierno si el Fiscal General del Estado y los jueces fueran totalmente y de forma irreversible independientes.

Si fuera así, los ciudadanos estaríamos protegidos de los desmanes del gobierno.

Esos libros míos




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