domingo, 20 de noviembre de 2022

De Cayetana a Pons

 

Para nadie es un secreto que la de Cayetana es una de las cinco mejores voces del Parlamento, si no la mejor. Que haya dicho esto no significa que sea santo (santa en este caso) de mi devoción, sino que me limito a reconocer su preparación y su capacidad dialéctica. Que el PP la tenga arrinconada es un escándalo, un fraude a sus votantes. Los partidos tienen la obligación moral con sus votantes de dar los cargos y encomendar los cometidos a los mejores.

En cambio, un zascandil, como lo es González Pons, está en primera fila, negociando cosas innegociables. Este señor es uno de los perpetradores de la nefasta AVL, que tanto daño hace y tanto dinero nos cuesta a los valencianos. En lugar de estar avergonzado de ello, da la impresión de que ‘lo volvería a hacer’.

Es evidente que a Feijóo, que es el responsable de todo esto, sólo le cabe el calificativo de menos malo. Y esto es así porque no hay nadie peor que Sánchez. Es imposible encontrar a alguien que sea peor. Como mucho, puede haber quien sea igual de malo que él. Abandono este camino para centrarme en Feijóo, en el que bastante más de la mitad de los españoles, diga lo que diga Tezanos, tiene depositadas las esperanzas, porque lo que vivimos es catastrófico.

Y ocurre que, según todos los indicios, Feijóo tiene una calculadora para medir los pasos que da. Si eso lo hubieran hecho El Cid, Hernán Cortés, El Gran Capitán, Francisco Pizarro, Santa Teresa de Jesús, Isabel la Católica, Agustina de Aragón, Sor Juana Inés de la Cruz, no habrían llegado a ninguna parte.

Más recientemente, si Adolfo Suárez hubiera actuado de este modo habría fracasado en su intento de convertir a España en un país democrático.

Un líder no debe llevar una calculadora para calibrar sus opciones, sino la firme intención de defender, por encima de todo, a aquellos que representa o quiere representar.


Esos libros míos



 

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