Todo el mundo debería saber ya que Pablete Iglesias -empeñado desde el primer día, en su torpeza, en suicidarse políticamente- nunca ha tenido la posibilidad de quitarle el sueño a Sánchez, cuya habilidad en el manejo de la mentira le ha permitido jugar al despiste durante algún tiempo.
Hasta alguien de entendederas tan limitadas como las del presidente del gobierno, Yolanda Díaz, se ha dado cuenta de que el amo de Podemos no es nadie y lo traicionado. La traición, como cualquier otra maldad está en el alma del comunismo.
Lo que realmente desvela a Sánchez es el cariño que recibe Isabel Díaz Ayuso cada vez que pisa la calle. La izquierda, que actualmente es toda extrema y la que no es permanece en silencio, se esmera en el juego sucio contra la presidenta de la Comunidad de Madrid, en el que emplea toda la artillería pesada, todos los recursos a su alcance, con el resultado de que con ello no hace más que alimentar su popularidad. Está tocada con la varita mágica de los dioses, algo que cuando sucede saca de quicio a la gente envidiosa. También ocurrió con Rita Barberá, a la que sometieron al acoso más abyecto que se pueda imaginar, con una gran masa de cerdos gruñendo frente a su domicilio. Lo volverían a hacer.
Mientras Feijóo y Pons andan con una regla de cálculo de gran precisión, cualquiera entiende que si fuera Ayuso quien estuviera en el caso, entre ella y Cayetana sembrarían el pánico en el gobierno Frankenstein, a la par que levantarían el ánimo a millones de españoles.
Tener que enfrentarse a ellas en el Parlamento sí que provocaría el insomnio de Sánchez. Y si consiguiera dormir, se despertaría con pesadillas.
Ni que decir tiene que la parte podemita del gobierno se desquiciaría por completo, perdería los estribos y hasta los modales que no ha tenido nunca.
Pero aunque el PP no piense en utilizar esa posibilidad, Ayuso es quien le dará la victoria a Feijóo.
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