En la derecha hay muchos devotos de la diosa Impunidad, pero en la extrema izquierda lo son todos. A los de la izquierda moderada les han colgado el cartel de fachas, de modo que para ellos reza lo mismo que para la derecha.
En lo que respecta al culto a esta divinidad, que tiene casi tantos devotos como el dios Dinero, no es necesario que nadie declare su fe para reconocerlo, porque se nota en su comportamiento. Una de sus características principales es que no creen en la duda, y aunque es posible que alardeen de ella, sus actos los desmienten. Seguramente, aunque nunca se sabe, no es necesario recalcar que los adictos a la Impunidad son malas personas.
Una buena persona procura no hacer daño, mientras que a estas, si creen que no les va a pasar nada, no tienen reparos en perjudicar a otros, e incluso disfrutan con ello.
Centrémonos ahora en el gobierno, cuyos componentes en su totalidad son devotos de la diosa Impunidad. Hacen y deshacen leyes sin importarles las consecuencias que pueden tener en los ciudadanos o parte de ellos. También ha ocurrido con gobiernos de derechas. Por ejemplo, hay una Academia Valenciana de la Lengua, cuyo mantenimiento es muy costoso y su actividad es nefasta y perniciosa, y ni a Aznar, Zaplana, Camps y González Pons les cae la cara de vergüenza, ni teman tener que pagar nada por esta atrocidad.
Volvamos al gobierno, cuyos mejores ministros son aquellos que no han hecho nada, los más vagos e hipotéticamente más sinvergüenzas, porque lo de cobrar sin trabajar, y habiendo además tanta gente en el paro, es propio de gente degenerada. Pero es que los ministros que hacen algo, con lo que hacen perjudican a todos, que es peor. Más valdría que estuvieran todo el tiempo rascándose algo. Seguro que el pan y la luz no habrían subido tanto.
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