lunes, 7 de noviembre de 2022

Díaz e Iglesias, a palos

 

Ambos las dicen gordas sin despeinarse: «no frivolicemos con la libertad, el comunismo es la democracia y la igualdad», dijo la frívola.

«Los únicos que cuando las cosas se ponen difíciles de verdad defienden la democracia liberal y el Estado de Derecho son los comunistas», dice el necio que también nos toma por tontos. Me resulta difícil de entender que los haya que le atribuyen inteligencia.

El comunismo jamás puede defender la democracia, ni pretenderla. La igualdad, sí; en la miseria.

Los comunistas de otros tiempos pretendían instaurar la dictadura comunista; los de estos, también. Quieren controlar a los jueces, a los medios de comunicación, intentan amedrentar a quienes se les oponen, fomentan los criminales escraches, la okupación, con la que se quiere destruir la economía y mandar al paro a miles de trabajadores, etcétera. La suerte que tenemos es que parecen salidos de un melonar y cada vez son menos los que creen sus engaños.

Ahora andan enfadados, haciéndose trampas unos a otros, como es habitual entre los comunistas, y el concepto de la estupidez ha saltado a la palestra.

De sus palabras puede interpretarse que Díaz está esperando que Podemos fracase en las municipales para recoger los restos de este partido y formar uno propio para presentarse a las generales. Es muy posible que cuente con el apoyo de Sánchez, que está mucho más cómodo con ella, porque los podemitas le hacen perder muchos votos con las leyes que elaboran, propias de gentes degeneradas. En este sentido, le habría prometido ayudarla a conseguir sus propósitos. Pero este punto es un tanto azaroso, porque la palabra de Sánchez no vale nada, ni aunque la diga ante notario y si se diera la casualidad de Podemos sobreviviera a las municipales, Sánchez olvidaría su promesa y pondría el aparato del Estado a disposición de este partido, con el fin de que lograra suficientes diputados para ayudarlo a seguir en el gobierno.


Esos libros míos

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