Nunca he estado en esa librería y la razón es sencilla: nunca he ido a San Sebastián. Pero conozco a gente de allí. Hace poco estuve con Maite Pagazaurtundúa y otros amigos.
Pero es una librería de la que todo el mundo tiene noticia porque ha ido apareciendo en los medios de forma constante, por motivos ajenos a la voluntad de los propietarios, generalmente. Fue fundada en 1968, y entonces, evidentemente, no había democracia. Sí la hubo a partir de 1977, pero la española es un tanto particular. Es una democracia con muy pocos demócratas, y en algunos lugares menos.
Veamos cómo se nota si hay o no hay: «puede decirse que hay democracia en un lugar cuando alguien que piensa lo contrario que la mayoría puede transitar tranquilamente por sus calles». La librería no puede transitar, sino que está fija en un lugar. Pues no la han dejado tranquila. Ha ido sufriendo, uno tras otro, diversos incidentes de que esos que pasan de castaño oscuro. Ha sido noticia en los medios una y otra vez.
Se da el caso de que quienes más utilizan el término democracia, y muchos lo hacen para defender fechorías incompatibles con ella, no la saben definir, ni mostrar alguna característica suya.
Los terroristas convocaron una huelga y exigieron a los comerciantes que cerraran sus negocios. A eso, los terroristas, sus simpatizantes y sus cómplices le llaman democracia a eso. Podrían llamarle mortadela y tendría el mismo sentido. La librería Lagun se negó a acatar la orden, y como consecuencia esos autodenominados demócratas hicieron una hoguera con los libros de Lagun, entre los que había manuales de la lengua vasca. Al día siguiente hubo cola para comprar los libros quemados. Esto sí que fue un acto democrático, porque nadie les obligó a ir.
Pero el negocio de las librerías cada vez es menos rentable. Es triste que cierre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario