domingo, 9 de julio de 2023

El catalanismo se ensaña con Rita Barberá

 

Los medios catalanistas que, evidentemente y como vienen demostrando, odian todo lo que tenga que ver con Valencia, ciudad a la que Rita Barberá amó, seguramente, más que nadie, por lo cual intentan involucrarla, ya indirectamente, con cualquier hecho supuestamente delictivo.

Si los directivos de estos medios tuvieran la mitad de amor al periodismo del que Rita Barberá tuvo a Valencia, en lugar de comportarse como seres viles tratando de ensuciar su nombre, harían otra cosa mucho más digna y sana: señalar a todas las personas que cobran del erario y que formaron parte de las jaurías que la acosaron en su propio domicilio. Eso que hicieron esas multitudes de degenerados, coreando gritos en contra de Rita Barberá, frente a su casa, y haciendo pintadas en el asfalto y en las paredes, no debería haber quedado impune. Todos los participantes, y los que incitaban a participar, deberían haber sido apartados de la política. Esas gentes que fueron capaces de comportarse de modo no deberían poder representar más que a delincuentes, y en ningún caso a ciudadanos honrados.

Eso deben hacer los periodistas que se precian. En lugar de verter insidias que interesan al sectarismo, dar noticias que interesan a los lectores, y procurar que las actuaciones políticas se produjeran con limpieza, para conseguir lo cual se denunciaría el comportamiento infame.

Pero como la lógica dice y la experiencia demuestra, en el catalanismo no hay nada limpio, ni noble, ni decente. El catalanimo embarra el campo desde el primer momento, no respeta ni a los muertos, no siente ninguna simpatía por la verdad, a la que realmente y hablando con propiedad odia, y tampoco le importa pasar por guarro, siempre y cuando haya un nutrido grupo de guarros que aplauda.

Rita Barberá no era perfecta, pero ningún catalanista le llega a la suela de los zapatos.

Esos libros míos

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