jueves, 27 de julio de 2023

Con la misma elegancia

 

Isabel Díaz Ayuso ha manifestado públicamente, una vez más, su lealtad hacia Feijóo, ha añadido que no cuestiona su liderazgo, sino que se pone a su disposición para ayudarlo en lo que necesite, y ha dado cuenta del grave momento que atraviesa España, a punto de caer en manos de terroristas, golpistas, delincuentes, sinvergüenzas, gandules, los epítetos son de mi autoría, y ha manifestado la intención, suya y del partido, de intentar salvar lo que se pueda.

Con la misma elegancia, Feijóo debería cederle el testigo y apartarse, puesto que las posibilidades de ella son mayores. Puede ir a Cataluña y al País Vasco, sin contradecir ningún discurso suyo previo, y decirles a los nacionalistas de ambos sitios, que tanto mal están haciendo, lo que merecen, lo cual, sin duda, motivaría a los demócratas de ambos lugares, que le ofrecerían su apoyo. Y así en todas partes. Ella puede ilusionar a toda España. Hasta a los socialistas descontentos con Sánchez, que no son pocos. Los que piden la coalición entre los dos grades partidos redoblarían sus esfuerzos, porque ya se vería apoyados por la mayor parte de la población. Esto asustaría al monstruo, porque Sánchez, moralmente, es un monstruo, y le impediría llevar a cabo su fechoría.

El caso es que ella, aunque se vea capaz de reconducir la situación, con unas cuantas actuaciones en lugares estratégicos, Barcelona, Bilbao, Valencia…, no lo va a decir, sino que se conformará con un papel secundario, aunque echando toda la carne en el asador, eso sí. Ha de Feijóo quien se aparte. Ha de comprender que no es el tiempo de los gestores eficientes, sino que la situación demanda que sea alguien nacido para las grandes gestas quien lleve el timón. Es la hora de Ayuso. Ya le cortó las coletas a uno, y esa se la debemos. Ahora ha de cortarle la nariz de Pinocho al otro.

Esos libros míos

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