El debate sobre la energía nuclear que debería ser llevado a cabo por personas muy cualificadas, que luego trasladaran sus conclusiones al gobierno, que, por el bien de la nación, debería estar compuesto por gente sensata y razonable, fue traslado por Felipe González a la calle. Médicos, vendedores de lechugas, poetas, camareros, discutiendo sobre la energía nuclear. Felipe González nunca fue sensato ni razonable, aunque muchos lo tengan por tal.
Otra hazaña parecida fue la de la OTAN. Leopoldo Calvo Sotelo, que es el presidente más culto e inteligente que hemos tenido hasta el momento, logró el ingreso de España en la OTAN y dijo: y de aquí no nos saca nadie. Felipe González organizó una cara campaña contra la entrada de España en la OTAN, pero luego, una vez en la presidencia del gobierno, se dio cuenta de que era una burrada, pero en lugar de reconocer deportivamente que se había equivocado, convocó otro carísimo referéndum, con la consiguiente campaña, también muy cara, a favor de la permanencia.
Parece ser que en los tiempos del mandato de Zapatero Felipe González ya se había dado cuenta de que su oposición a las nucleares fue otra burrada. Pero el PSOE sigue en ella.
Los casos de Zapatero y Sánchez son los de aquellos que quieren hacer todo el mal que puedan. Si la energía nuclear es buena, es lógico que quieran suprimirla. Zapatero, porque su lema es: ni una mala palabra, ni una buena acción. Sánchez, por venganza. Si€ los españoles no lo consideran el ser más importante que ha venido al mundo, merecen ser castigados.
Los tres, Sánchez, Zapatero y González son del PSOE. El primero se cree dios y al tercero le llamaban dios sus subordinados. El del medio debe de tener trato directo con el demonio. El PSOE no parece de este mundo.
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