Así ha dicho Sánchez, el todavía presidente, que ve al PP y a Vox. El problema que tiene es que cualquier cosa que diga ya sabe todo el mundo que es un bulo. Se los inventa sin parar y la UE ya está harta de tenerlo que desmentir.
Por su parte, él está convencido de que no miente, lo que pasa es que nadie quiere darse cuenta. Y confía en ganar, piensa que van a salir cientos de miles de Chapotes a votarlo. Saldrán de debajo de las piedras, pasarán a través de las paredes. Cada uno de los que elijan la papeleta del PSOE tendrán cara de Chapote, se les hará la cara de Chapote. Durante un tiempo serán más chulos que un ocho, desafiantes, con la risa cínica, con la carcajada hiriente.
Lo cierto es que es difícil pensar que se vaya a acabar la pesadilla, y dejemos de ver cruzar los cielos al Falcon una y otra vez. Falcon para ir a Valladolid, Falcon para ir Huesca, y luego a Aragón, porque cuando va a Aragón primero pasa por Huesca, en Falcon, faltaría más. Si gano las elecciones te invito a un viaje en Falcon, le dijo a alguien, no recuerdo a quien, ¿sería a Chapote?
Aquí estamos, con la pesadilla, sin creer que nos vayamos a librar de ella, con la cartera cada vez más menguada, porque el Falcon es caro, Aitor el del tractor es caro, el presidente del gobierno regional catalán es caro, Albares es tonto, y Mojamed un sinvergüenza que aprieta mucho.
La lógica dice que esto no puede durar mucho más, porque España avanza hacia la catástrofe y hay que echar el freno. Las encuestas dicen que el freno está echado y que muy pronto podremos respirar tranquilos, pero la pesadilla es muy potente y Chapotes hay muchos. Abundan los Chapotes, con su risa hiriente, con su mirada desafiante.
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