Sánchez es un tipo que no ve la realidad tal cual es, ni tampoco tiene autocontrol, ni es capaz de mantener su palabra. ¿Cómo es posible que se defina como resistente o resiliente y el personal se lo crea?
Lo que tiene es una capacidad de traicionar sobresaliente y una falta de escrúpulos absoluta. De esto se ha dado cuenta todo el mundo menos él, que no puede verse así, porque se tiene por un ser perfecto.
A todas estas piruetas que hace para conseguir lo que le importa, que es ser el presidente, y quisiera ser el rey y le gustaría ser dios, las interpreta a su manera y le pone el nombre que quiere.
Pero esa capacidad de resistencia que se atribuye, habrá que verla a partir del día 24, cuando su derrota se haya consumado. Y si no consigue salvar los muebles, es decir, retener la Secretaría General del PSOE, lo más probable es que se le vea llorando, porque los suyos le van a dar más que a una estera.
Y si consigue retener la Secretaría General, no será por mucho tiempo, porque sin los resortes que le proporciona la presidencia del gobierno y habida cuenta de que en su partido ya saben cómo se las gasta, o sea, que no va a poder hacer trampas, no se sabrá defender.
Desaparecido el miedo que le tienen y sabiendo todos que es un cobarde, que no soporta las contrariedades, ni sabe contener su rabia, ni tampoco argumentar, les va a durar muy poco. Quizá sientan compasión por él y para no dañar más el prestigio del partido, se conformen con ponerlo en un rincón.
Alguien que está dominado por sus pasiones, como es el caso, no es capaz de resistir nada. Si fuera, realmente, habría dominado el odio que siente por la derecha y hubiera pactado con el PP, en lugar de optar por Podemos. El resultado de aquella mala elección lo sufrirá a partir del 24.
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