Hay eruditos que se creen legitimados para dar lecciones de democracia, y encima, cuando lo hacen citan a este o aquel autor. Bien, a lo mejor han entrado en la RAE gracias a algún padrino con la única intención de lucir la insignia en el ojal.
El movimiento se demuestra andando y para que haya democracia es necesario que la justicia y los medios sean independientes. En lugar de citar a tantos autores extranjeros, que denuncien la mayor corrupción de España, que es la subvención a los medios. Quien paga manda. Los medios dicen lo que le interesa al que paga. Pero eso se conoce que no va en los libros de los autores que citan. Y si va, se lo callan.
Otra cosa que tampoco dicen es que la base de la democracia es la justicia. En democracia las leyes se cumplen, pero si quienes han de administrar justicia están sometidos a los políticos o influidos por ellos, la democracia es imperfecta o inexistente.
Quienes tienen la misión de controlar y procurar evitar los excesos del poder no pueden ejercer su función con libertad. Los políticos los temen y a unos los sobornan con las subvenciones y a otros les niegan la independencia que necesitan. Los políticos que se les pueden presentar ocasiones de aumentar sus patrimonios y no quieren que los jueces puedan evitarlo, o que para ponerse manos a la obra necesiten grandes dosis de valor.
También los intelectuales están llamados a controlar al poder, a criticarlo siempre, pero los de España suelen pensar que su función es brillar. Están en el mundo para que se les admire y aplauda. Quizá eso tenga que ver con el hecho de que Polanco los tenía domados para que no molestaran a Felipe González, cuya creación, el PSOE renovado, ha dado frutos dignos de él. Polanco pagaba muy bien a unos intelectuales y casi todos los demás estaban dispuestos a cobrar. Procuraban no cerrarse esa puerta.
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