sábado, 15 de enero de 2022

Sánchez piensa en 2023

 

Va recordando siempre que la legislatura se acaba en 2023 y, además, se le hace la boca agua al pensar que ese año le toca a España la presidencia europea. O sea, que con tal de llegar hasta ahí es capaz de todo, y la palabra todo, conociendo al personaje, cobra su auténtico sentido.

Pero por mucho que el sujeto este necesite llegar a ese año viviendo en la Moncloa, hay cuestiones que conviene considerar. Una de ellas, de importancia considerable, es el creciente pánico de la gente a la ruina. La situación económica cada vez es peor y los ministros, o ministras, que quisieran revertir la situación son incompetentes. La única arma que tiene el gobierno para tranquilizar a quienes sienten la amenaza de la miseria es la propaganda. Mientras tanto, hay otros miembros del gabinete que hacen lo que pueden para que el hundimiento económico de España llegue lo antes posible. Ahora hay dos, ricachones y no obstante comunistas, que insisten en arruinar al sector ganadero y en el empeño reciben la ayuda de organizaciones internacionales de la izquierda. Lo que es bueno para ellos es malo para Sánchez, que quisiera morir siendo presidente del gobierno, y si pudiera ser del mundo. En el gobierno hay más comunistas haciendo todo el daño que son capaces de hacer y eso también actúa en contra de las ilusiones de Sánchez.

Pero es que sus demás socios también saben que esta es su ocasión y aprietan la soga. No les interesa ahogarlo, pero sí exprimir todo lo que puedan. Cada uno juega su partida y todo junto acelera el bajón económico.

Y aún queda la que mejor sabe jugar sus cartas y la única que hoy en día despierta la ilusión del electorado. Y ahí duele a todos, no sólo a Sánchez. Ayuso, al igual que hizo con un malasombra, puede acabar con él. Y eso que ella carga con un lastre.

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