martes, 4 de enero de 2022

Una frase para la historia de la estupidez

 

La ha dicho alguien sobre cuya cara aniñada, pero no por ello menos dura, se han dicho muchas cosas, la mayoría de ellas acertadas y divertidas, y tiene una tendencia insufrible a la pedantería. Un psiquiatra sabría explicar a qué se debe esto y qué medicación darle. Lo de la cara dura, en cambio, parece irreversible y sin tratamiento conocido más allá de las consabidas bofetadas que en otros tiempos servían de freno a los desmanes.

También es cursi, rematadamente cursi, pero esta circunstancia se da en todos los de su cuerda, y en este caso es fácil deducir que lo hacen con el fin de disimular la grosería natural en ellos. De ahí también que todos hayan caído en el bolchevismo y el chavismo, tan bastos y malintencionados como ellos mismos.

En fin, la frase es la que sigue:

«De los creadores del agua que seca y el fuego que enfría: la energía nuclear verde».

El mentecato se dirige a los papanatas que tanto abundan, incluso indigentes morales como él tienen una gran cantidad de seguidores de esos que no saben distinguir un burro de un barco. Los hay que piensan que lo que dice es una genialidad que los demás no entendemos, le votan y con eso vive del cuento.

La democracia debería aprender a defenderse. Tendría que poner una serie de barreras. Una de salud mental, otra de no ser adicto a las drogas, otra de tener un nivel cultural suficiente, otra de conocimiento de la Constitución y de lo que significa jurar o prometer fidelidad, otra de conocimiento de lo que significan el honor y la responsabilidad, y otra del sentido del decoro y de la higiene.

Repito lo dicho en otras ocasiones y lugares: la obligación de hacer una redacción de al menos un folio, explicando el concepto que tiene el interesado de la democracia y colgarla en el sitio oficial del interesado.

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