Realmente, es el fracaso de toda la sociedad, pero el PSOE es el partido que más tiempo ha estado en el gobierno, el que fomenta el egoísmo mediante la ocupación de las instituciones en beneficio propio, convirtiendo a sus votantes en sectarios, derrochando sin parar el dinero de los impuestos, porque ‘el dinero público no es de nadie’, procurándose todos los lujos a costa del erario, aumentando el número de parados, etcétera.
La calidad moral de una sociedad se mide por el trato que da a los más vulnerables. Abundan los indigentes por las calles y el PSOE ha sido capaz de aliarse con partidos que cada uno a su manera pretenden la ruina de los españoles. Unos, porque es su vía ‘para asaltar los cielos’, otros porque lo que pretenden es exprimir todo lo que puedan y todos estos a la vez porque su afición principal es hacer el mal.
Pero al margen de los partidos infames que padecemos, a causa de que una función tan noble, como es la política está envilecida por políticos egoístas, envidiosos, mezquinos y ruines, está el caso de la sociedad, de la que surgen todos esos especímenes citados. Cuando alguien está al borde del abismo, se le empuja hasta el fondo. Ya caído y sin remedio, se le da limosna.
Una sociedad sana, pujante, optimista, trataría de evitar que nadie cayera por el precipicio. Un partido cuyos líderes pregonan que piensan en los demás debería fomentar la generosidad y combatir el egoísmo mediante el ejemplo. Sus componentes más destacados deberían tener capacidad de sacrificio y hacer lo posible para que los ciudadanos los imitaran. Pues no, dan órdenes que han de cumplirse a rajatabla y quien no lo haga o, simplemente, prefiera seguir su propio criterio, se le califica como de extrema derecha.
Bien, pues esta forma de actuar tiene consecuencias nefastas en la población.
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