No sé si Chimo Puig es psicópata, pero de que es un elemento de cuidado no cabe duda. Expondré algunos datos:
Ábalos era amigo de Sánchez. Chimo Puig optó por Susana Díaz. Sánchez es rencoroso. Quien cayó fue el amigo, contra el que, además, se desató una cacería en los medios.
Había hecho el favor de cargar con las cuarenta maletas de Delcy, pero nada le valió. Es contrario a la idea absurda de los inexistentes países catalanes, que no tiene ni pies ni cabeza, y Chimo Puig debe de llevar una márfega escondida en el peluquín.
Los catalanistas (y los etarras y los haraganes de Podemos y toda la demás gentuza que pulula por la política española) sostienen a Sánchez en el gobierno.
Chimo Puig se ha descolgado de nuevo con un furibundo ataque a Isabel Díaz Ayuso, la gran esperanza de los españoles, con el indisimulado afán de seguir gozando del favor de los impresentables catalanistas.
Mientras tanto, y fiel al afán de aprovechar el tiempo para hacer maldades, se ha pasado seis años ensañándose con las tres personas absueltas en el caso IVAM. Digo que se ha ensañado porque durante todo el tiempo transcurrido desde que se inició el caso los medios no han dejado de verter insidias, un día sí y al otro también, causando un daño irreparable a los interesados, sin que los divulgadores de los bulos preguntasen su opinión en ningún momento a los abogados de sus víctimas, con lo que queda claro que no querían perder las subvenciones.
El fiscal que empezó el caso fue promovido a un nivel superior. A pesar de la justicia no es independiente en España, la Generalidad se personó en el caso, demostrando su mala fe. La fiscal, a pesar de lo visto durante el juicio, mantuvo sus conclusiones al final.
Tras la sentencia, si tuviera vergüenza, todo el gobierno valenciano habría dimitido.
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