martes, 11 de enero de 2022

Mónica Oltra no atenderá la petición

 

Entre los personajes influyentes de la Transición escasearon los demócratas y los pocos que realmente lo eran, paradojas de la vida, provenían del franquismo. No se puede exigir a nadie que acierte en todo, pero sí que sea sincero en todo. A estas alturas hace falta mala fe para negar la calidad democrática de Adolfo Suárez y Manuel Gutiérrez Mellado, que pagaron un precio muy alto por ello.

Si los personajes de la Transición hubieran sido demócratas se habrían preocupado por el bien de los ciudadanos, pero lo que hicieron en su mayoría fue mirarse todo el tiempo en los espejos deformantes que les devolvían imágenes engrandecidas de sí mismos. Felipe González, por citar a uno, reformó el PSOE a su imagen y semejanza, por lo que ahora este partido da monstruos.

Pues gracias a estos políticos de la Transición, tan pagados de sí mismos, abundan los políticos tóxicos en España. Uno de ellos, una en este caso, es Mónica Oltra. Contiene en sí misma todas las características que permiten considerarla tóxica. Es catalanista, de extrema izquierda, follonera y torpe. Tiene muchos motivos para dimitir. Hay varias iniciativas, argumentadas contundentemente, en las redes para que dimita o sea destituida. Decir que debería haber sido destituida hace mucho no es un acierto, porque la verdad es que no debería haber formado parte jamás del gobierno valenciano. Es un deshonra para los votantes que consientan que forme parte de él.

El caso es que ahí está, haciendo todo el mal que puede, trabajando, además, a favor de los locos catalanistas, entorpeciendo el desarrollo de Valencia, pero de ninguna de las maneras va a ser destituida. A Chimo Puig, que se calienta la boca criticando la corrupción del PP, con todo el descaro que a saber de dónde le viene, lo tiene cogido y bien cogido. Chimo Puig no es de esos de los que se puede esperar un acto heroico en beneficio de la comunidad. Lo suyo es más bien lo contrario.

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